Aunque os pueda sonar raro, aquí ésta chica antes del pasado fin de semana ha tocado la nieve una sola vez en la vida. ¡Sí, sí, una sola! Así que os podéis imaginar lo feliz que me puse al tocarla de nuevo. Parecía una niña chica tirando bolas de nieve y haciendo angelitos. Por cierto, ¡qué blandita es!
Blandita y el hambre que da, así que después de esta aventura por la sierra de Madrid nos bajamos a Manzanares del Real a comer y dar un paseo ya más tranquilos.
Comimos en el restaurante El asador de Carmen, la comida espectacular de buena… y de cantidad, con un solo plato podían comer tres personas. Pedimos el menú y casi tenemos que pedir una cama para poder echarnos una siesta porque no podíamos movernos del sitio. Muy recomendable el sitio por cierto.
Pero hicimos de tripas corazón y decidimos conocer un poco el pueblo. Vimos el castillo, recorrimos sus calles y paseamos al borde del río Manzanares. Ya me he apuntado otra visita para una de esas tardes/ noches de verano en las que el calor en la capital es insoportable.
¡Un día precioso y diferente!
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