¡Buenos días!
Lo primero de todo, perdonadme por teneros tan abandonados. Estoy ahora mismo embarcada en varios proyectos personales y profesionales que no me dejan tiempo para nada al final del día. Aun así, no temáis, que no pienso renunciar a esto aunque sea por los que seguís leyéndome cada día y apoyándome con vuestros likes y comentarios!
Este puente de mayo bajé a Murcia a ver a mi familia y a la mayoría de mis amigos. Fueron apenas cuatro días en los que disfruté de la compañía (alguna más breve que otra) de mi gente del sur. Qué bonito es que pasen meses y te encuentres con alguien y que la sensación sea que parece que os visteis antes de ayer!
Estos días hubo tiempo para una ruta de senderismo, no muy larga pero sí muy agradable con la única compañía de la mami. Fuimos al Monte de Las Cenizas de Portmán, una antigua batería militar, donde te reciben dos gigantescas serpientes emplumadas que representan a Kulkucán. Está inspirada en el "Templo de los Guerreros de las ruinas Chichen – Itzá”. Ahora mismo está abandonado aunque tiene una gran afluencia diaria de senderistas y ciclistas. Desde arriba tienes una maravillosa vista abierta al mar. En los días más claros hasta puedes ver Cabo de Gata.
También hubo tiempo para playa con mis amigos de Manchester que estaban también de visita, claramente ellos necesitaban más el sol que yo. Fuimos a Cala Cortina, la playa que hay en Cartagena. Hizo un día espectacular, aunque sólo fuimos valientes para meter los pies en el agua, estaba helada!!
Con unas compis de mi antiguo trabajo nos hicimos un afterwork en un bar nuevo con mucho encanto, el Yemanja, en el puerto de Cabo de Palos. Hay veces que no te das cuenta de lo que echas de menos algo o a alguien hasta que vuelves a tenerlo.
El día antes de mi vuelta tocó paseo por Cartagena, donde vi en una tienda de toda la vida en la calle del Carmen estos mini capazos, para niñas que ya desde pequeñas apuntan maneras de futuras fashion victim, jeje.
Además, comimos en la terraza de Saray. Un sitio con un trato familiar y con una relación calidad precio insuperable. Para mí siempre es una apuesta segura. Mirad que buena pinta!
Y para terminar con la ruta costera, sólo me faltaba la visita al mercadillo de Cabo de Palos. Un punto de encuentro tanto para lugareños como para turismo.
... ¡Y fin de la escapada! La verdad que cuando me monté en el tren ya iba con ganas de volver a mi nueva rutina, aunque por dentro tenía sensación de paz. El mar… ¡qué maravillas hace!
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